Ene 2019

Los que viven en ciudades cuyo día a día es un atasco continuo saben de sobra que si además está lloviendo, el caos puede ser monumental. Tú tienes moto para escapar de todo ello, pero lloviendo y en moto puede ser la ecuación perfecta para tener un mal día. Por eso nunca está de más recordar algún consejo de cómo frenar con seguridad.

Lo primero y más evidente es tener un sistema de frenado con las máximas garantías, nos referimos a unos discos de freno acordes a la cilindrada de la moto y con el espesor adecuado, unas pastillas con suficiente agarre y sobre todo un neumático con su dibujo visible y dentro del parámetro de desgaste. A partir de aquí es el piloto y las circunstancias quien decide.

Recordemos, como si de un mantra se tratara, que el freno trasero es para contener y el delantero para detener y con esta premisa debemos anticiparnos a los acontecimientos.

Si ves un espejo de agua delante de ti, ¡alerta! El aquaplaning (deslizamiento encima del agua) puede hacer que la inercia de frenado se incremente, has de calcular más metros para su detención además de un sobreesfuerzo de equilibrio. Un charco de agua puede crear una película de agua entre la pastilla y el disco cristalizando la superficie y ralentizando la mordida.

Si sumamos las marcas viales y pasos de viandantes cuyas pinturas suelen formar un suelo con nula adherencia, el concepto de frenado pasa a categoría de “imagina que voy a frenar”. Los pasos de peatones coinciden con la inclinación de la moto al tomar una curva, aquí es donde más debemos incrementar nuestra atención y tratar de tumbar lo menos posible, para ello debemos afrontarlo con la velocidad de seguridad apropiada.

Las manetas de freno con la humedad pueden necesitar de un cierto bombeo previo, esa esponjosidad puede transmitirnos una sensación de inseguridad al retardar la percepción de frenado, ese pequeño anticipo puede evitarnos una subida de pulsaciones.

Y sobre todo, los 5 sentidos al máximo, con lluvia los atascos se multiplican, los conductores se impacientan, las lunetas de los coches se empañan y las maniobras son bruscas, cambios de carril, frenadas súbitas, agujeros camuflados, un sinfín de trampas que metro a metro nos aparecen. Sentido común y precaución, nuestro mejor consejo.