Abr 2020

La historia de las motos, del motociclismo y de sus protagonistas se convierte en leyenda con el paso de los años. Este es el caso de un típico bar de carretera que con el tiempo dio origen a una moda. Hablamos del Ace Cafe, cuya vida va ligada al movimiento del Cafe Racer.

Aunque ahora nos parezca algo normal, en la primera mitad del siglo pasado, allá por los años 30, Londres ya contaba con una serie de carreteras que descongestionaban el tránsito urbano. Trazados de circunvalación que servían para desviar el paso de camiones y furgones de reparto del centro de la ciudad y acortar el tiempo de los desplazamientos.

A lo largo de estas rutas se establecieron una serie de bares, cafés, restaurantes y gasolineras cuyo cometido era abastecer a quienes utilizaban estas vías alternativas.

Uno de ellos, el Ace Cafe, en su segunda etapa se convirtió en el punto de encuentro de los motoristas de la época. Nació en el año 1938, justo un año antes de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, fue destruido por los bombardeos y renació en el año 1949. Ubicado en la salida del West End londinense de la North Circular Road, abría las 24 horas del día, los 365 días del año.

El público motero que lo frecuentaba fue un paso más allá, y lejos de conformarse con compartir trucos de mecánica o historias de velocidad, convirtieron las conversaciones en puro vértigo.

Esas carreteras no contaban con controles de velocidad, con lo cual los retos no tardaron en aparecer. Todo era muy simple y auténtico: la duración de una canción en la jukebox era el cronómetro, y según el trazado elegido, eso permitía alcanzar velocidades de 160 km/h o medias de 110 km/h para un circuito. Esos recorridos eran de poco más de 3 km si elegían la dirección del Iron Bridge, o de poco más de 5 si el punto era Hangar Lane.

La peculiar estética de estos moteros siempre contaba con una robusta chaqueta de cuero, y las motos eran de marcas populares para la época como Norton, Royal Enfield, Triumph, BSA, Vincent y Matchless, o customizadas como las Triton, Tribsa, Norvin, etc.

Eran convenientemente aligeradas para ganar en peso y aerodinámica, los semimanillares y los estribos retrasados eran lo que predominaba, y como su mecánica era relativamente sencilla, normalmente se reparaban y acondicionaban en cualquier garage.

Este mítico café tuvo su esplendor en los años 50 y 60, y cerró sus puertas en 1969. En 1994, Mark Wilsmore, un aficionado a las motos, quiso rememorar los 25 años del Ace Cafe y logró reunir aproximadamente 12.000 aficionados en ese punto. A raíz de esa iniciativa, empezaron a reconstruir nuevamente el Ace Cafe y actualmente es un punto de encuentro para los nostálgicos y apasionados del Cafe Racer.