La cultura motera ha dado de sí para numerosos artículos e historias en los que, muchas veces, no sabemos donde acaba la fantasía y se abre paso la realidad aumentada. Hay muchas historias que suelen pasar desapercibidas para la inmensa mayoría de usuarios de motos, pero para una pequeña gran minoría puede convertirse en el haz de luz a seguir. Hoy, hablaremos de ese 1%.
Es verdad que los tiempos van cambiando y el mundo se ha estrechado en cuanto normas, leyes, disposiciones, etc. Pero también es cierto que sin un marco que regule algunas prácticas sería muy difícil la convivencia entre iguales. Actualmente, ver a un individuo con un parche del 1% cosido en su chaqueta de cuero no tiene la misma connotación que tenía durante los años 1950, 60 y 70, pero ese halo de ir contra el mundo y sus leyes, seguro que alimenta su ego y forma de vida.
El 1% con su marco romboidal nace a raíz de un suceso que ubicamos en Hollister (California), donde el desmadre de un grupo de moteros puso de moda una contrarrevolución que se extendió rápidamente entre la comunidad de aficionados a las motos de la época. La historia amplificada por un fotógrafo y por la revista Life Magazine hizo que la AMA (American Motorcyclist Association) difundiera un comunicado defendiendo a la mayoría de los motociclistas con una frase que se convirtió en lapidaria: “El 99% de los moteros son respetuosos de las leyes y quienes ocasionaron los disturbios representan solo el 1% de los bikers de América”. Automáticamente, aquellos outsiders que no se sentían representados con la definición del 99%, se quedaron el porcentaje que les habían asignado como lema.
La consecuencia fue que empezaron a proliferar clubes y asociaciones que bajo ese emblema se autodeclaraban como proscritos de una asociación un tanto elitista para la época. Un grito de rebeldía para el establishment. No olvidemos que una parte de la juventud americana se encontraba un marco histórico bastante traumático, en esos años comprendidos entre los 50 y 70. Fin de la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea, Indochina, Vietnam… Todo un caldo de cultivo para quienes conocieron las mayores atrocidades y que les hizo estar de vuelta de todo.
El cine también tuvo algo que decir al respecto. La película El Salvaje (The wild one), con Marlon Brando, tuvo su momento de gloria explicando aquellos sucesos de California. La icónica imagen del actor a lomos de una Triumph 6T Thunderbird con su gorra y gafas Ray Ban dejó huella en toda una generación.
Actualmente, quienes llevan este símbolo, lo hacen anhelando un deseo de libertad, de no pertenencia a las masas, más allá que por ser partícipes en actividades vandálicas o ilegales.