Ene 2020

Aunque el título suene pretencioso, no es nuestra intención alardear de tener la fórmula mágica para no caernos de la moto. De hecho, nadie la tiene. Es por eso que hacemos especial hincapié en las dos palabras que debemos repetir cada vez que nos montamos en una moto: Cordura y sentido común. A partir de aquí, y poniendo en práctica una serie de trucos, es posible transformar una caída segura en un susto sin mayores consecuencias.

Es evidente que hay factores externos que condicionan esta variable y por más que anticipemos nuestra acción, a veces dependemos de la otra parte: sea un vehículo, obstáculo o simplemente las condiciones ambientales del momento.

Cuando conducimos una moto, nos convertimos en individuos vulnerables. Por consiguiente, debemos poner en alerta nuestros sentidos. Vista y oído son nuestros dos aliados más inmediatos, y sumamos otro que es más psicológico que físico: capacidad de intuir. La práctica y experiencia en circulación nos ayuda a desarrollar esta habilidad sin intervención de la razón.

¿Cuántas veces hemos comentado que conducir es la suma de pericia e intuición? Muchas. Y, en el día a día, para los que circulamos en moto, queda demostrado. Pensad en todas las veces que el coche de delante no pone el intermitente y gira sin contemplaciones. Sin embargo, somos capaces de evitar la colisión por pura clarividencia.

Nos gustaría empezar aconsejando que si la caída es por deslizamiento, debemos mantener una cierta tensión corporal: tratar de llevar los brazos hacia el tórax en posición y el mentón pegado al pecho. Si la caída es con espacio de fuga: los pies por delante y estirados. 

Contrariamente a lo que podamos pensar, encogerse y relajarnos puede ser contraproducente. No hace falta más que ver a los pilotos cuando tienen una caída en pleno circuito. La mayoría de lesiones se producen cuando el cuerpo gira sin control y va golpeando a un lado y otro cada vez que toca tierra.

Otro detalle importante es soltar la moto, no permanecer aferrado al manillar. No olvides que es un peso muerto en inercia que puede golpearte con muy malas consecuencias.

Ante una caída en la que salimos despedidos por delante del manillar o, como se conoce en la jerga, “por las orejas”, también debemos mantener la tensión corporal y actuar como si de un resorte se tratara. Aquí es difícil predecir qué va a pasar porque no podemos controlar la vuelta que vamos a dar y la distancia donde aterrizaremos. En lo posible y según las circunstancias, aquí sí que es recomendable no soltar el manillar hasta tener controlada la despedida, aunque sabemos que es muy fácil decirlo, ya que ser capaces de reaccionar en el momento de la desmontada, es otra cosa.

El resto de tipologías de caídas son muy difíciles de predecir a nivel corporal. El impacto contra un obstáculo, la colisión que recibimos por detrás (alcance), la topada que podamos recibir por otro vehículo o el atropello de algún animal, son circunstancias que no deseamos y la reacción dependerá en gran medida de nuestra concentración y control del pánico en el momento de producirse.

Para minimizar estas consecuencias, es fundamental la equipación: un casco integral homologado y el calzado, sumado a la vestimenta protectora adecuada, contribuyen a reducir las escoriaciones y hematomas.

Si repasas nuestro blog, en el apartado de consejos te explicamos un montón de pautas sobre conducción, mantenimiento y vestimenta que te ayudarán a informarte y, porqué no, a reducir las posibilidades de caída.