Hace ya unos cuantos años (¿quizás 20?) que empezó a sonar en el mundillo de las motos el nuevo sistema de embrague antirrebote. Era una pieza novedosa y, por consiguiente, muy cara. Como siempre, la competición fue el banco de pruebas antes de incorporarla a las motos de serie, y solo a determinados modelos, sobre todo de alta gama. Sin embargo, muy pocos realmente conocen cómo funciona el embrague antirrebote y qué nos aporta a la conducción.
Empezaremos a describir la sensación al rodar cuando una moto no lleva este sistema:
Un ejemplo muy claro es cuando entras en una curva y realizas una reducción de marcha a altas revoluciones. Haces que la rueda trasera aumente su velocidad, y si le sumas que tocas el freno para apurar la entrada en la curva, estás cargando el peso de la moto y del piloto sobre la rueda delantera. El efecto resultante es que la moto pierde adherencia en la parte trasera y gira sin agarre a una velocidad superior a la de la moto. Por consiguiente, cuando toca el suelo o logra mayor contacto, notamos un efecto de saltos, que es el rebote del cual hablamos.
Una manera de reducir esta sensación con un sistema de embrague convencional es “hacer patinar” el embrague. Puedes llegar a controlar el efecto apretando la maneta del embrague hasta un determinado punto (sin llegar al tope) pero es evidente que hacerlo de esta forma requiere de un tacto y una pericia determinada.
Con el sistema de embrague antirrebote no tienes que hacer nada. Solo el acto de apretar el embrague, reducir y volver a liberarlo. Es el propio sistema quien se encarga de desacoplar hasta el punto justo para lograr hacer desaparecer el efecto de salto.
El mecanismo en sí es bastante complejo, ya que además de una doble campana interior, dientes inclinados para lograr una fricción diferente y otras partes concretas del mecanismo, en su conjunto, logra hacer desaparecer el salto o rebote.
El sistema nos transmite un plus de seguridad y control y reduce el desgaste de la transmisión. Por contra, el funcionamiento del sistema somete al disco de embrague a un mayor desgaste, lo que te obligará a cambiarlo antes de lo pensado.
En conclusión, los beneficios que aporta el embrague antirrebote son muchísimo mayores que la desventaja del desgaste del disco de embrague.